Por Martha Sandoval – 21 de Marzo 2022
Moscú ha recrudecido sus ataques desde las primeras horas de este lunes, especialmente, en Kiev y Mariúpol, al tiempo que espera la respuesta de Ucrania a su ultimátum de que el ejército se rinda y entregue esta última ciudad, clave para los intereses rusos de tener un paso marítimo entre la zona pro Rusia del Dombás y la península de Crimea, bajo control forzado del Kremlin desde hace ocho años. Volodímir Zelenski, presidente ucraniano, dejó claro que no se rendirá ni entregará Mariúpol y calificó de “delirante” la advertencia de Vladimir Putin. Sin embargo, aclaró que sigue abierto a negociar un alto al fuego con su homólogo ruso. Las delegaciones han llegado a un acuerdo en cuatro de los seis puntos planteados para lograr la paz.
Durante los 26 días de guerra, el mandatario ucraniano se ha mantenido en contacto con la población a través de mensajes televisados y publicaciones en las redes sociales. En sus comunicaciones ha mostrado la destrucción que han dejado los ataques, especialmente, en Kiev, donde permanece su centro de operaciones, y donde este lunes se registró un bombardeo contra un centro comercial que dejó al menos ocho muertos y redujo a polvo y escombros inmuebles aledaños y los automóviles estacionados en los alrededores.
La ONU confirmó que ya son más de tres millones las personas que han abandonado Ucrania, al tiempo que confirma la apertura de ocho corredores humanitarios que permitan la salida de desplazados y la entrada de alimentos, medicinas y vituallas para quienes permanecen en el país invadido.
Mientras tanto, en España sigue sin resolverse el paro de transportistas a quienes hoy se unen gremios de pescadores, principalmente, de la Comunidad Autónoma de Galicia, en el extremo noroccidental del país. La huelga ha causado el desabastecimiento de tiendas y supermercados debido a que las cargas de frutas, hortalizas y otros productos frescos permanecen inmovilizados en las zonas de producción. Los transportistas exigen al gobierno de Pedro Sánchez la reducción del precio de los combustibles y de la electricidad, sea a través de subvenciones o de impuestos extraordinarios para las empresas de energía, como lo han hecho ya países cercanos como Italia y Austria.