Por Martha Sandoval – 11 de Marzo 2022
Tres nuevas ciudades ucranianas, que no habían sufrido ataques rusos, fueron bombardeadas durante la madrugada de este viernes. Mientras tanto, cinco años después de que el presidente de Francia recibiera en el palacio de Versalles a Vladimir Putin, están reunidos allí los jefes de gobierno de los países miembros de la Unión Europea.
Aunque -en principio- la reunión informal fue convocada por el presidente de turno del bloque, Emmanuel Macrón, para debatir sobre un “modelo europeo de inversiones y crecimiento”, la invasión de Rusia a Ucrania obligó a cambiar el temario de la agenda. El punto neurálgico de la cumbre es la dependencia de Europa del gas natural ruso.
En la primera ronda de intervenciones, celebrada el jueves en la tarde, el presidente de España, Pedro Sánchez, hizo un llamado para que el grupo reconsidere a las naciones de la península ibérica, como proveedoras de energías alternativas. Sánchez destacó que Portugal y España están en capacidad de contribuir a una autonomía energética y a diversificar las fuentes de energía.
Además de un gasoducto directo con Argelia, en el norte de África, España tiene seis terminales de gas natural licuado (GNL), la cifra más alta de todos los países miembros, pero, según acotó Sánchez, hace falta un conducto con capacidad suficiente para transportar el GNL hacia Francia y, desde allí, al resto de países de la unión.
“Estas interconexiones se tienen que hacer, es el momento. Yo creo que es fundamental que las pongamos en marcha”, dijo el mandatario español y añadió que el nuevo gasoducto tendría que ser compatible con energías renovables como el hidrógeno verde.
Además, fue enfático al señalar que: “Estas infraestructuras son proyectos comunitarios. Quien tiene que costearlas, quien tiene que financiarlas, tiene que ser la Unión Europea. No puede ser España, no puede ser Portugal”, dijo.
Al final de la cita, los mandatarios firmarán un acuerdo que incluirá lineamientos para gestionar la crisis de refugiados ucranianos, que suman ya dos millones de personas; el abastecimiento alternativo de productos procedentes de los países en guerra, especialmente, el trigo; y, por supuesto, un mapa de ruta inicial sobre nuevas formas de suministro de gas.